Nota del editor: (Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las de los escritores. CNN está mostrando el trabajo de The Conversation, una colaboración entre periodistas y académicos para proporcionar análisis y comentarios de noticias. El contenido es producido únicamente por La Conversación.)
(La Conversación) Cada Acción de Gracias, los mitos de los poderes casi mágicos del triptófano vuelven a surgir.
Ahí está el mito del pavo / somnolencia: Comer mucha carne de pavo jugosa supuestamente hace que la gente se sienta cansada porque contiene un aminoácido llamado triptófano. Esta molécula viaja al cerebro, donde se convierte en un neurotransmisor llamado serotonina, que a su vez se convierte en una hormona llamada melatonina. ¡Voila! Somnolencia.
Pero la ciencia e internet están de acuerdo: No es el triptófano del pavo el culpable de tu siesta después de la fiesta. Todas las fuentes de proteínas, e incluso las verduras, contienen algo de triptófano; el pavo no es especial en este sentido.
Así que el mito de la somnolencia del pavo puede estar desapareciendo, pero otras leyendas sobre los efectos del triptófano en el cerebro se están afianzando. Algunas personas están considerando los suplementos de triptófano como un tratamiento no convencional para la depresión. Otros sienten curiosidad por saber si comer alimentos con alto o bajo contenido de triptófano podría ser útil para influir en el estado de ánimo. Recientemente, algunos científicos incluso han propuesto que las bacterias intestinales están impulsando cambios en las emociones al producir o descomponer el triptófano.
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Esta conexión triptófano/estado de ánimo es un área de investigación en curso. Y aunque algunos están cautivados por el potencial del triptófano, no está claro si la emoción está justificada.
Buscar un enlace triptófano con el estado de ánimo
Existe cierta evidencia científica de que comer triptófano puede alterar su estado de ánimo.
Por ejemplo, en 2000, los investigadores descubrieron que cuando las personas comían una proteína aislada que era muy alta en triptófano, sentían menos estrés mientras hacían problemas matemáticos.
Sin embargo, los ensayos clínicos controlados con placebo, en general, no han mostrado una gran conexión. Algunos estudios han encontrado que la suplementación con triptófano puro proporciona poco o ningún beneficio para las personas con depresión. Algunos estudios incluso han analizado lo que sucede cuando se elimina el triptófano de la dieta de las personas, pero también encontraron poco o ningún efecto.
Entonces, ¿qué explica los resultados mixtos?
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La serotonina en sí misma todavía contiene misterios
Junto con los estudios en humanos, la biología del triptófano ha sido bien estudiada en roedores. Una investigación a principios de la década de 1970 mostró que tomar suplementos de triptófano puede aumentar la serotonina, un neurotransmisor que históricamente se asoció con sentimientos de bienestar y felicidad.
Desde entonces, los científicos han aprendido muchos datos interesantes sobre la serotonina. Por ejemplo, hay 14 receptores separados para la serotonina, y se encuentran en todo el cerebro.
Los investigadores han aprendido a afectar este sistema con medicamentos, pero no con mucha precisión. Por ejemplo, medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina antidepresivos, más conocidos como ISRS, no se dirigen a receptores individuales y no se limitan a regiones cerebrales particulares. En cambio, los ISRS, el más conocido de los cuales es el Prozac, aumentan sin rodeos la serotonina en todas partes.
Esta falta de especificidad es la razón por la que, en mi opinión, es difícil creer que los ISRS funcionen en absoluto. Aquí hay una analogía: Digamos que eres Jeff Bezos y quieres aumentar los ingresos de Amazon acelerando tus entregas. Así que decide aumentar la velocidad en todos los vehículos de reparto. A partir de ahora, cada camión aumentará su velocidad en un 5%. Puede ser un golpe de genio logístico, o puede, quizás más probable, terminar en el caos. Al igual que aumentar la serotonina en todo el cerebro, este enfoque contundente podría no ser ideal.
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Analogías aparte, si los ISRS afectan el estado de ánimo de las personas es una pregunta experimental, y algunas investigaciones han apoyado la idea de que estos medicamentos funcionan. Sin embargo, especialmente últimamente, su eficacia ha sido objeto de un intenso escrutinio. Algunos análisis recientes citan 30 años de estudios y cuestionan el valor clínico de los ISRS, mientras que otros sostienen que estos medicamentos mejoran los síntomas de la depresión.
Es complicado, y todavía hay cierto desacuerdo, pero la mayoría de los psiquiatras están de acuerdo en que los ISRS no son efectivos para todos. Estas drogas no son una cura psiquiátrica para todo.
Más ajuste químico para el estado de ánimo
A la luz de todo esto, a menudo me he preguntado si los investigadores psiquiátricos necesitaban 73 estudios que analizaran si el agotamiento del triptófano tiene un impacto en el estado de ánimo.
Cuando se trata de comprender las conexiones entre las bacterias intestinales y el cerebro, o el mayor desafío de comprender y tratar las enfermedades mentales, ¿deberían los investigadores seguir pensando en el triptófano?
Parece ser cierto que, al igual que los ISRS, el triptófano tiene un amplio impacto en la serotonina. Es definitivamente posible que aumentar la serotonina pueda influir en el estado de ánimo y, por lo tanto, aumentar el triptófano podría hacer lo mismo. Pero también es posible que manipular algo tan complicado como la emoción humana requiera un poco más de matiz.
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La investigación psiquiátrica se ha alejado durante mucho tiempo de la idea de que tu cerebro es una bolsa de productos químicos; los neurocientíficos modernos están pidiendo un poco más de especificidad. Desde esta perspectiva, soy escéptico de la noción de que el triptófano es el remedio para la depresión que la psiquiatría necesita. La investigación experimental no solo ha encontrado resultados bastante débiles, sino que la teoría en sí no es muy convincente.
La serotonina, aparentemente llena de posibilidades psiquiátricas, ha fascinado durante mucho tiempo a los investigadores psiquiátricos. Pero lo que el último medio siglo parece haber demostrado es que la neurociencia de la emoción humana no es simple. Para promover cambios duraderos en la salud mental, los científicos pueden necesitar un poco más de reverencia por los seres emocionales complejos que todos somos.
Así que no, una gran cena de pavo, tan llena de deliciosos triptófanos como podría ser, probablemente no sea el conductor neuroquímico para su estado de ánimo en Acción de Gracias.